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Todo en ella es perfección, pero para el, ni esa palabra la describe. Es demasiado perfecta y real, palpable, inocente y sofisticada, para poder describirla en palabras. Pero el ve más que eso. Ve su razón de vivir, su perfume que respirar.
Porque ahora ella entiende que el no es la excepción que rompe su mundo lógico, sino que él es su mundo lógico y natural. El y ella, ella y el...
Y la vida no se tendría que basar en oxígeno, agua y reacciones químicas. El universo entero tendría que girar en torno a lo que sienten, a manos ardientes y a corazones desbocados.
