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Hoy era uno de esos días, en los que se currucaba en el suelo y dejaba que el sufrimiento recorriera cada partícula de su ser. No tenía el refugio del sueño para olvidarse de su dolor, ni el recurso de las lágrimas para llorar hasta el cansancio y tratar de desahogarse
En momentos así ni su belleza ni su velocidad le ayudaban y Edward tan solo se convertía en un trasto inútil, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera Bella y deseando con todas sus fuerzas que la intensidad de sus pensamientos la alcanzaran y le hicieran saber que él la recordaba, que la amaba.
Su Bella…. ¿cómo estaría? ¿lo recordaría? ¿aún pensaría en él? Si no lo hacía, tampoco podía culparla. El le había dicho que no la amaba, le había roto el corazón y lo mejor era que lo olvidara... será como si nunca hubiese existido… ¿Se habría resignado Bella y había decidido por fin olvidarse de lo que habían vivido juntos? Edward quiso pensar que no era así, que ella aún lo tenía presente y se odió por ser tan egoísta, pero de verdad lo prefería de esa manera, que ella viviera detestándolo y aún conservara la imagen de él en sus recuerdos.
Para él los recuerdos se habían convertido en una completa tortura. Cada minuto del día la imagen de Bella lo acompañaba, su voz, el tacto de su piel pálida, su risa, su rostro ruborizado cuando se sentía avergonzada, el maravilloso sonido del látido de su corazón, su aroma, y entonces cuando las memorias de ella se volvían contra él, pensaba que ya no podría más, que el esfuerzo no le alcanzaba para soportar tanto dolor y creía que en cualquier momento saldría corriendo de vuelta a Forks, para poder contemplarla aunque fuera unos escasos minutos y asegurarse de que estaba bien. Antes había sido un ser solitario, tenía a su familia y la amaba, pero aún así sentía que le faltaba algo, que su existencia no era completa y la sensación se hacía más fuerte al observar a sus padres o a sus hermanos observarse con ojos e n a m o r a d o s. Y de repente ese día en la escuela apareció la chica nueva, Bella y su destino cambió, porque Bella transformó su vida y le permitió conocer el amor. Ahora que ella no estaba con él…nada valía la pena. Sin ella su vida era como un espacio vacío que nada lograba llenar, porque lo que antes lo había completado se había perdido para siempre. A veces se preguntaba si había tomado la decisión correcta, sino hubiera existido otra solución que no fuera el haberse alejado de Bella. Era inconcebible que algo tan doloroso fuera lo mejor para los dos… Pero ¿Qué otra cosa podría haber hecho? Tenía que proteger a Bella a toda costa de lo que él era, del peligro que suponía estar juntos. La noche del cumpleaños, cuando observó a Jasper mostrar los dientes agudos, deseoso de la sangre de Bella, se maldijo por ser vampiro y se culpó por haber sido tan estúpido al exponerla a semejante riesgo. Y una vez más, como durante toda su vida, la familia huyó para buscar un nuevo lugar, solo que esta vez Edward había dejado atrás lo que más le importaba.
Hoy era uno de esos días en que la desesperación se apoderaba de él y como siempre sucedía, Edward permanecía acurrucado en el suelo y así se quedaba por muchos días más, convertido en estatua, sin dejar de preguntarse cuanto duraría en ese estado, consciente de que no sería capaz de estar mucho tiempo más sin ella, sin su Bella.