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Seducir, engañar, morder. Una rutina que Jasper practica día a día, sin saciarse nunca. Es fácil con su belleza; sólo basta con una sonrisa, alguna frase prometedora, y ya las tiene acorraladas, prisioneras de su encanto. Las prefiere mujeres y jóvenes, ya que su esencia es más llamativa y su sangre, el más dulce elíxir. Jasper siente su lujuria cuando las conduce al lugar oscuro donde les arrebatará sus vidas, y entonces se da cuenta que, otra vez, ha sucumbido. Por más que lo intente, la sangre es más fuerte que él, el sabor le tienta y no puede resistirse; su existencia gira en torno a su alimento, y la única manera de conseguirlo, es engañarlo. La violencia. Desgarrar, romper, beber. Devorar. La violencia con que Jasper se alimenta es depredadora, rompe la piel con facilidad y traspasa las venas con una sed que jamás se saciará por completo. Bebe con gula, con placer, disfrutando de aquello que jamás ha pensado en privarse. Siempre querrá más, siempre se encontrará a sí mismo deseando sangre humana aunque no quiera hacerlo, siempre la sed le llamará con más intensidad. Nunca podrá escapar de su pasado. Nunca podrá escapar de la violencia que éste implica. La calma. Jasper jamás pensó en aquello, no logra concebir la idea de sobrevivir sin sangre humana; por eso, cuando aquella pequeña bailarina le cuenta sus planes, se plantea seriamente la idea de marcharse sin mirar atrás. Pero no lo hace. Continúa con su mano entrelazada a la de Alice, mientras le da la espalda a su pasado. No lo hace, no se marcha, decide seguirla, quizá porque su compañía es aquello que siempre ha buscado sin siquiera saberlo; quizá porque ella era la pieza que faltaba para que todo encajara en su vacía existencia. Quizá porque jamás hasta ese momento había sentido esa esperanza, esa calma. En ella y en sí mismo. Autocontrol. Perseguir, acechar, saltar, luchar. Cazar. Jasper disfruta más la caza de animales que de humanos. Ellos batallan, se resisten, utilizan su fuerza y suponen un reto, mientras que las personas simplemente se dejan manejar dóciles y sucumben ante él. Es consciente de que el sabor no es el mismo, que la textura y el olor son diferentes, pero también es consciente del cambio que ello supone. No más masacres sanguinarias, no más sentimientos de angustia y dolor cuando sus víctimas caen, no más culpa. Autocontrol es la palabra clave, y aunque Jasper aún no lo domine a la perfección, lo intenta con cada parte de él y sale victorioso la mayoría de las veces. Porque el autocontrol es su mejor opción, y él está dispuesto a aceptarla; porque, al fin y al cabo, es una alternativa, su elección.